miércoles, 24 de agosto de 2011

Irene


Conviene no olvidar nunca de donde venimos, por eso el primer sitio que ha visitado mi recién adquirido e-book ha sido la Biblioteca Pública de NY, que ahora celebra su primer centenario.

Reconozco mi escepticismo y estoy segura de que echaré de menos el gesto de pasar página, pero ahora que los espacios se reducen, las compañías aéreas van camino de pesarnos antes de embarcar,  los apartamentos  se construyen con la técnica del tetris y las mudanzas siempre amenazan mi vida, había llegado el momento de comprimir también la lectura. Me encanta el invento pero no puedo evitar cierta nostalgia.

Mañana es mi último día en la academia. Balance positivo, aunque todo sea susceptible de mejora. Hoy me he sentado con un tipo coreano, de unos 50 años, que ha dejado su país y su famila durante cinco meses para venir a NY a aprender inglés. Tiene mérito, además de un acento imposible. Cuando acaba la clase se marcha a estudiar porque la barrera generacional no le proporciona muchas oportunidades de sumarse a los planes del resto. Con sinceridad, tampoco creo que le interese mucho. La soledad debe de darle alguna punzada y le propondría un café a la salida si no fuera porque no le entiendo nada de nada. Esta ciudad ofrece soledad a quien quiera recibirla pero puede convertirse en una condena si es impuesta.

Es cierto que todo el mundo tiene su sitio aquí, nadie te cuestiona, quizá porque no reparan en quien ocupa el sitio de al lado. La gente actúa como si nadie estuviera mirando. En Madrid, muy probablemente, si una chica baila con los ojos cerrados mientras tararea con pasión una canción, alguien se ría e incluso haga un comentario más o menos gracioso. Aquí no. Casi a diario presencio escenas como mínimo peculiares en el metro o por la calle y nada, no se les mueve ni un músculo.



He tomado la foto en Bryant Park y mientras lo hacía pensaba en los pocos lugares en Madrid para sentarse (los bares no cuentan). En la Plaza Santa Ana no hay un solo banco. Ni en Sol, ni en la Plaza Mayor te puedes sentar tranquilamente a mirar por mirar, a pensar, a leer, a aburrirte, a esperar algo o a alguien, en definitiva, a darnos el placer de disfrutar un rato de la vida contemplativa, unas minivacaciones en medio de un día cualquiera. Solo hacen falta unas sillitas, no me parece mucho pedir...

Importante: se acerca el huracán Irene y cada vez con más fuerza. Peligra mi excursión a Washington DC? Y la salida del vuelo? Seguiremos informando.

2 comentarios:

  1. Al final qué modelo has comprado? Cuánto te ha costado? Te recomiendo que dejes allí el embalaje y te lo traigas en el bolso como si lo estuvieras usando, para que no te pongan problemas en aduanas.

    Has comprado una funda? Aquí son bastante caras, así que si ves por allí alguna asequible cómprala.

    Seguro que con el paso por la biblioteca, el kindle ha absorbido todos los libros y los ha dejado blancos. Que malvado! Muuuhahahahahaaaaaa....

    Seismo, huracán, ... Esperemos que Irene no sea muy fuerte, porque vaya rachita. Que nada te impida hacer tu excursión a Washington y por fin encontrarte con el amor de tu vida. Josh Lyman.

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. ¡Me encanta el blog, Virginia!
    Gran idea y super bien escrita. Para los que he mos estado allí, es como volver.
    Felicidades
    Sergio Crespo

    ResponderEliminar