domingo, 28 de agosto de 2011

Chispas!

Nunca antes había hecho la maleta para un huracán. Ni había llegado a un supermercado y me había encontrado las estanterías vacías de agua o pan. Tampoco me había encerrado con linternas, la bañera llena de agua y la cocina con comida que no necesita refrigeración. Pero como siempre hay una primera vez para casi todo, en estas vacaciones he vivido mi primer terremoto y mi primer huracán. Chispas!

En la tele, todo el rato las noticias, donde ahora mismo veo los árboles arrancados por la tormenta en Central Park, calles inundadas, familias sin luz y un mapa de la evolución del huracán donde el rojo ha perdido intensidad hora tras hora para rebajarse hasta un amarillo intenso y quedarse en tormenta tropical.


Ayer por la tarde, cruzar Manhattan en coche sin tráfico ni turistas y  las tiendas cerradas, todo bajo una lluvia intermitente y gris, resultaba realmente inquietante. Era una ciudad a la espera, conteniendo la respiración; una ciudad estática, como en pausa...

Nuestro encierro empezó a las siete de la tarde en un piso de la 57 en el West Side. Tras las presentaciones y un vinito de bienvenida, probé los tostones y el piñón (uhmm, riquísimos), lo que me acredita definitivamente para viajar a Puerto Rico, donde por cierto saben mucho de huracanes, así que no se me ocurre nada mejor que estar con auténticas expertas en estos momentos.

Pero el sol de PR tendrá que esperar. De momento sigo aquí, junto a una ventana que solo te devuelve lluvia y viento tan intensos que parecen querer borrar cualquier recuerdo de los días de cielo azul. Por delante, nos quedan unas cuantas horas sin salir a la calle y con la incertidumbre de cuando podremos dar por concluida la tormenta y cuanto tardaremos en ir recuperando la normalidad. Lo mejor es que no nos han cortado ni la luz ni el agua, así que esto es casi como un domingo de invierno de peli (en versión original, of course) y sillón.

En el último post me hacía dos preguntas: para la primera, la respuesta es sí, viajamos a DC, pero como la actualidad se impone dejo pendiente la crónica hasta que Irene se vaya definitivamente.

Y la salida del vuelo, está por confirmar. De momento el aeropuerto sigue cerrado. Emoción hasta el último minuto...

miércoles, 24 de agosto de 2011

Irene


Conviene no olvidar nunca de donde venimos, por eso el primer sitio que ha visitado mi recién adquirido e-book ha sido la Biblioteca Pública de NY, que ahora celebra su primer centenario.

Reconozco mi escepticismo y estoy segura de que echaré de menos el gesto de pasar página, pero ahora que los espacios se reducen, las compañías aéreas van camino de pesarnos antes de embarcar,  los apartamentos  se construyen con la técnica del tetris y las mudanzas siempre amenazan mi vida, había llegado el momento de comprimir también la lectura. Me encanta el invento pero no puedo evitar cierta nostalgia.

Mañana es mi último día en la academia. Balance positivo, aunque todo sea susceptible de mejora. Hoy me he sentado con un tipo coreano, de unos 50 años, que ha dejado su país y su famila durante cinco meses para venir a NY a aprender inglés. Tiene mérito, además de un acento imposible. Cuando acaba la clase se marcha a estudiar porque la barrera generacional no le proporciona muchas oportunidades de sumarse a los planes del resto. Con sinceridad, tampoco creo que le interese mucho. La soledad debe de darle alguna punzada y le propondría un café a la salida si no fuera porque no le entiendo nada de nada. Esta ciudad ofrece soledad a quien quiera recibirla pero puede convertirse en una condena si es impuesta.

Es cierto que todo el mundo tiene su sitio aquí, nadie te cuestiona, quizá porque no reparan en quien ocupa el sitio de al lado. La gente actúa como si nadie estuviera mirando. En Madrid, muy probablemente, si una chica baila con los ojos cerrados mientras tararea con pasión una canción, alguien se ría e incluso haga un comentario más o menos gracioso. Aquí no. Casi a diario presencio escenas como mínimo peculiares en el metro o por la calle y nada, no se les mueve ni un músculo.



He tomado la foto en Bryant Park y mientras lo hacía pensaba en los pocos lugares en Madrid para sentarse (los bares no cuentan). En la Plaza Santa Ana no hay un solo banco. Ni en Sol, ni en la Plaza Mayor te puedes sentar tranquilamente a mirar por mirar, a pensar, a leer, a aburrirte, a esperar algo o a alguien, en definitiva, a darnos el placer de disfrutar un rato de la vida contemplativa, unas minivacaciones en medio de un día cualquiera. Solo hacen falta unas sillitas, no me parece mucho pedir...

Importante: se acerca el huracán Irene y cada vez con más fuerza. Peligra mi excursión a Washington DC? Y la salida del vuelo? Seguiremos informando.

martes, 23 de agosto de 2011

Cuenta atrás

Las llamadas perdidas están marcando  la cuenta atrás. Ayer, al encender el teléfono tenía tres, hoy han sido cinco y otro par de ellas que he podido atender. El trabajo acecha pero mientras llega trato de exprimir mis últimos días de vida contemplativa y observadora, casi espía diría yo.

He empezado el día en Brooklyn Heights: espectaculares vistas de Manhattan desde el Prominade y un paseo por el barrio donde vivían y escribían Henry Miller, Thomas Wolf, Arthur Miller o Truman Capote.

Como mi ordenador ha decidido dejar de funcionar, ahora, cual enviada especial a la antigua, mando mis crónicas  a la redacción central ubicada en Móstoles, hecho que lamentablemente reducirá mis post, que no las ganas de compartir mis impresiones del viaje. Seré breve pero procuraré no faltar a la cita.

Por último y ante las suspicacias detectadas aclaro que la población de Puerto Rico a la que me refiero es exclusivamente femenina, que sois muy bienpensadas...


domingo, 21 de agosto de 2011

Brunch time


Con esta foto estilo secuestro quiero trasladaros mis buenas intenciones de domingo por practicar mi inglés aunque de momento solo sean eso pues a estas horas he leído El País de cabo a rabo y aún no le he hincado el diente al Time. Pero en cuanto acabe este post me pongo a ello. I promise it.

A menudo asociamos el recuerdo de los viajes a los sitios más emblemáticos, a la historia divertida de una foto junto al monumento de turno o a aquellas vistas espectaculares que ahora son el fondo de pantalla del ordenador del despacho. Pero más veces de las que creemos algo cotidiano acaba por convertirse en la imagen a la que nuestra memoria recurre cuando mencionamos un ciudad. Y una de las más utilizadas por mí será sin duda la de este domingo ocioso y soleado en Chelsea en la que hemos tomado un típico brunch de NYC. La secuencia consistente en levantarse tarde, comprar el periódico y desayunar y comer al mismo tiempo, en una terraza con música y llena de gente, se sitúa en los puestos más altos de mi escala de placeres.




El sábado dió para mucho: Greenwich Village (el barrio de los Friends), cena en Dos caminos (un mexicano nada mexicano estéticamente pero muy recomendable) y una copita divertida y rejuvenecedora de fin de fiesta.

Por cierto,  pequeño homenaje al producto nacional: una foto de las tortas de Inés Rosales que se vendían en la tienda situada en esta calle tan animada.

Insisto: me encanta la gente de Puerto Rico.

viernes, 19 de agosto de 2011

La plancha de hierro

El mundo de la moda se me escapa. Mi gusto se reeduca cada temporada cuando a base de ver una tendencia repetida en las tiendas y a unas cuantas conciudadanas con lo mismo llego a la conclusión de que eso es lo que se lleva. Pero esto se va a acabar. Tras mi paseo por los escapartes del Soho, mi primera incursión en Loehmann´s y varias e interesantes conversaciones al respecto, he decidido que este mes de septiembre yo también me compraré el Vogue y me tomaré mi tiempo para analizar detenidamente las tendencias para este otoño-invierno. Oye, poquito a poco.

Porque esta ciudad sabe a muchas cosas, pero uno de sus ingredientes principales es el shopping. Incluso aunque no puedas o no quieras comprar, algunas tiendas merecen una visita. Y quién sabe donde va a aparecer un pequeño tesoro textil...



Esta mañana me he dado una vuelta por el cruce de Broadway con la 5 Av y me he sentado a leer en el parque Madison Square, con el Flatiron de fondo, junto a un tipo absorto en Anna Karennina y otro que veía una serie en su teléfono. Una foto antigua de este rascacielos centenerio, similar a ésta que he encontrado en Internet, ilustra la cubierta del libro de Muñoz Molina que me tiene atrapada y que a partir de ahora regalaré a todas aquellas personas que hayan viajado a NYC o vayan a hacerlo.

Última reflexión del día: me encanta la gente de Puerto Rico!

jueves, 18 de agosto de 2011

Doggy Bag

Impensable en Madrid, este acertado eufemismo tan extendido en este país me dará mañana de cenar. Y yo me pregunto quién ha dicho que es de mala educación llevarte a casa lo que te ha sobrado en un restaurante. Visitamos Disneyland, comemos hamburguesas y hot dog, celebramos Halloween, vemos sus películas y dejamos que marquen la moda y hasta el valor de nuestra deuda nacional, pero resulta que a los europeos nos da vergüenza salir de un restaurante con una bandejita de comida. Costará, pero confío en que finalmente importaremos la doggy bag, sólo hay que pensar en un buen nombre comercial para ello porque dudo de que la traducción literal funcione.





Central Park, con un poco de lluvia al amanecer, consigue engañar a las estaciones del año y el olor a mojado anticipaba la temporada de otoño aunque todavía se lleve el verde. Y pese a que la luz de los días nublados casi siempre le resta un par de puntos al estado de ánimo, hoy no ha sido el caso. Entrando por la 77st me he encontrado esta deliciosa estatua de bronce dedicaca a Alicia en el país de las maravillas, he seguido hasta el lago para acabar en un jardín estilo europeo a la altura de la 103 y lo cierto es que me he quedado con las ganas pasar allí todo el día. Pero mi responsabilidad disfrazada de disciplina me ha obligado a salir del parque e ir a mis clases.

Dejo para el final, y no por ello menos importante, nuestro apoteósico debut en las clases de salsa. Cargadas de autoestima y rozando incluso la chulería hemos decidido saltarnos la categoría de principiantes y meternos en el siguiente nivel. Craso error. Durante unos tres minutos nos hemos convertido en los dos elementos discordantes del grupo, que creo que sufría al ver como nos cargábamos sin miramientos su calculada coreografía. Sonrientes pero derrotadas hemos huído de allí para incorporarnos a uno de los grupos de gente más heterogéneos con los que me he cruzado nunca. Necesitaría haber tomado notas para poder describir como se merece los diferentes personajes que reflejaba aquel enorme espejo. Sólo os daré un par de apuntes: abundan hombres arrítmicos, mujeres algo extravagantes y un tipo que es la viva estampa del fracaso de Billy Elliot, con mallas y todo. Sinceramente, Bea y yo somos las alumnas más aventajadas, pero al parecer no tanto como para pasar al nivel 2. Qué difícil es siempre encontrar el término justo de las cosas...

miércoles, 17 de agosto de 2011

Money, money, money






Acabo de leer que la gente frota los cuernos del famoso toro de Distrito Financiero de Manhattan para tener buena suerte en sus inversiones. Entre que lo mío no son las finanzas y que el toro me recuerda a Intereconomía sólo me he hecho una foto rápida a modo de 'robado' por aquello del 'yo estuve allí'.



¿Alguno de esos niñatos (y unas pocas niñatas) con quienes me he cruzado esta mañana por Wall St estarían poniendo patas arriba la economía de algún país? ¿De verdad acumulan tanto poder? Eso nos quieren hacen creer. Y lo consiguen. Poderoso caballero es don dinero.





En menos de un mes se cumplen diez años del atentado contra las Torres Gemelas y la verdad es que prefiero no estar aquí el día en que se inaugure el 9/11 Memorial (la foto es de la web en la que ya se pueden reservar los pases). Me resulta demasiado reciente como para mirarlo con la distancia del turista que visita por la mañana la Estatua de la Libertad y luego se hace una foto junto a nombre de las víctimas. Y no es una crítica, todo lo contrario. Defiendo la memoria histórica y la necesidad de no olvidar, y sé que detrás de la mayoría de los monumentos de cualquier catálogo de agencia de viajes hay guerras, muerte e injusticias. Pero la distancia no se mide ni en kilómetros ni en tiempo, y hasta que no consiga establecer la suficiente, no volveré allí con una cámara.

martes, 16 de agosto de 2011

Chinatown


No, no me he comprado ningún bolso de imitación. Sólo quería dar un paseo por el barrio y palpar el ambiente que se vive en las calles que China le ha robado a NYC. No conozco aquel país, pero lo imagino con esos mismos restaurantes, tiendas, puestos de fruta en la calles, olores desagradables y personas que te ofrecen todo tipo de cosas a precios sospechosos.

Y no, tampoco he comido el famoso pato laqueado. Me he decantado por unos carbonara en NoLita (North of Little Italy) y si no hubiera sido por la cantidad de bolsas de las compras de la mañana, una copita en Soho no hubiera estado mal. Quizá mañana.



lunes, 15 de agosto de 2011

An Affair to Remember

Aviso a quienes en un gesto de romanticismo cinéfilo decidan sellar su amor en el Empire State: calculad aproximadamente una hora de margen antes de empezar a pensar en el temido plantón o en imprevistos desgraciados de cualquier índole. También recomiendo vivamente quedar en la planta 102 y no en la 86, donde se sitúa el primer observatorio, porque con tanta gente puede quedar un poco descafeinada la cosa.

Pero no quiero que este inicio tan prosaico os engañe. Vengo absolutamente emocionada de la visita al Empira State, con ganas de ver otra vez 'An affair to remember' (en España 'Tú y yo'), el remake 'Sleepless in Seattle' (Algo para recordar) e incluso King Kong.


Mirar desde arriba suele provocar sensación de control y superioridad, pero muy al contrario, mi impresión al situarme en el punto más alto de la ciudad ha sido la de asomarme a algo inabarcable, casi irreal. La imagen de edificios interminables llenos de luces que nunca se apagan, avenidas paralelas como pistas de despegue y un río a oscuras que difumina los límites de Manhattan resulta abrumadora. Es como si nadie viviera allí abajo, como si al bajar del ascensor no entraras en esa foto que acabas de hacer sino en otro sito más asequible.


Esta mañana he visto unas cuantas fotos de 1931, año en el que se acabó de construir el Empire State. Ha sido en el Museo de la Ciudad de Nueva York del que os dejo esta portada de Vanity Fair ni más ni menos que de 1926.


domingo, 14 de agosto de 2011

Home for exchange

No ha parado de llover en todo el día. Y mañana más. Si no estuviera ejerciendo de turista me habría quedado en casa pero el difícil oficio de estar de vacaciones obliga a no desaprovechar ni un sólo día, así que, paraguas en mano, me he dado una vuelta por el Soho, donde tengo que volver aunque solo sea para la obligada visita al Restaurante Balthazar.

Definitivamente, el metro de NYC no está a la altura de la ciudad. El calor en el andén resulta  sofocante y los vagones parecen cámaras frigoríficas. Literal. Por si fuera poco, los fines de semana reajustan los recorridos de las distintas líneas para desesperación de propios y extraños. Por fin hemos llegado a Brooklyn, y más en concreto al espectacular apartamento en el que se aloja una familia catalana gracias a un intecambio de casas para vacaciones. No hace falta que os diga que eso será lo próximo que haga al llegar a Madrid.

La foto es desde la terraza que cada propietario dispone en la azotea. No suelo compartir eso de que una imagen vale más que mil palabras, pero en esta ocasión...



En cuanto el tiempo lo permita volveré a Brooklyn, el literario barrio de Paul Aster. Además de Ventanas de Manhattan, de Muñoz Molina, que me tiene atrapada, y por aquello de adaptar la literatura al entorno, me he traído dos libros de Auster, un escritor que para mí es sinónimo de NYC y espero disfrutar en breve en algún parque con un poquito de sol, si es posible.

sábado, 13 de agosto de 2011

Boston, Massachusetts



Me han entrado ganas de estudiar de nuevo después de mi paseo matutino por Harvard. Soy una persona fácilmente influenciable, y por lo tanto se me pasa rápido, pero cuando cruzas el puente que te lleva a Cambridge y paseas hasta llegar al campus, todo te lleva a imaginar la vida en una de esas casitas de madera cercanas a la universidad rodeada de libros, con un pequeño jardín y una bici en la puerta.

La estatua que se adivina al fondo es la de John Harvard y en primer plano mis nuevas zapatillas. Aún no sé que resultado darán porque después de que ayer recorrí la ciudad durante 6 horas y las 4 de hoy mis pies siguen tan mal como siempre.

Del parque más antiguo de EEUU, el Boston Common, a la primera parte del recorrido histórico de Freedom Trail, pasando por el barrio italiano (la parte más antigua de la ciudad), Back Bay...Aquí dejo algunas fotitos.





No he podido resistirme a compartir esta escena: niñas vestidas de cheerleaders bailan y cantan bajo la bandera americana que todo lo envuelve. Revelador. En España hace mucho que nos arrebataron una bandera solo recuperada puntualmente por el fútbol. Ni tanto ni tan calvo.


De vuelta a NY y nada más bajarme en la 34st con la octava me he dado cuenta de que ya se me han pasado las ganas de estudiar en una casita de madera y de que por mucho encanto que tenga Boston, sin dudarlo me quedo con Manhattan.

jueves, 11 de agosto de 2011

Nieve en agosto

Joe Burgos tendrá que esperar. Este es el exótico nombre del profesor de salsa que conoceré el próximo lunes. Hoy hemos hecho un primer intento, pero hasta la semana que viene no comienza el nuevo curso para beginners y algo tan importante merece empezarse con buen pie, y nunca mejor dicho. En cualquier caso, la cosa promete.


Manhattan se alimenta de contrastes. Nadie quiere irse del todo, pero tampoco quedarse para siempre.

En un solo vistazo te encuentras cientos de taxis, luces, anuncios que parecen colgar del cielo, gente esquivando gente, sirenas ensordecedoras, colas interminables, un puzle de idiomas que encaja milagrosamente y calor, mucho calor húmedo de agosto. Y cuando parece que la mezcla va a estallar, cuando dan ganas de tirar la toalla y asumir que así no se puede vivir, en ese momento en que el crees que has llegado al límite, en ese momento se pone a nevar en NY. Y da igual de donde salgan esos copos fresquitos, ni quien los ha puesto allí, el caso es que la ciudad ha aprendido a sobrevivir a sí misma. Con sus propios trucos, como cada un@ de nosotr@s.

Sabedora de vuestra preocupación por mis progresos en la lengua inglesa os diré que "la seño" ha seguido con verdadero interés mi explicación de la receta del salmorejo cordobés (para el nuestro definitivamente no estoy aún preparada). Algo es algo.

Mañana visito Boston. Os contaré todo, of course.

La recomendación gastronómica del día es el restaurante italiano Gallo Nero. Los crostini de trufa, deliciosos.


*(Pido disculpas por no contestar a los comentarios, pero pese a ser la única administradora y dueña absoluta de este espacio, no soy capaz de hacerlo de nuevo. Lo intentaré mañana again)

Regalos y sueños

Empiezo igual que ayer. Más de una semana en NY y este blog sin una foto con Bea. Imperdonable.

Aquí estamos ambas, de negro, como mandan los cánones, tomando un cóctel en Buddakan, un sitio para no perderse. Leía ayer sobre ese algo especial que tienen los sitios que alguien te descubre y convierte en un regalo que su a vez puedes regalar a otras personas. No me cabe en la maleta, pero me lo llevo puesto.

En nuestra primera salida nocturna nos ha acompañado Julio, a quien me unen dos cosas: somos vecinos en Madrid y estudiamos en el mismo instituto. Más que vueltas, yo diría que la vida da muchas piruetas.

El sueño me puede, así que voy a seguir soñando, pero con los ojos cerrados. Igual también aprovecho y duermo.

martes, 9 de agosto de 2011

Rejuvenecida



Una semana en NY y este blog sin una foto de Times Square. Imperdonable. La foto no le hace justicia a la plaza más conocida del mundo, aunque me gusta la escena con ese taxi que parecía posar para mí. Me asomo casi todos los días por allí de vuelta al apartamento. En lugar de coger el metro en la línea azul y hacer transbordo, paseo por mi calle de referencia, la 42, y cuando llego al cruce con la séptima me paro un segundo y me dejo avasallar por millones de luces en constante movimiento. Me gusta esa sensación que produce el bullicio de la gente que parece darse el turno para que la plaza nunca esté sola.


Primera parada del día, el Guggenheim. Un paseo en espiral para ver la muestra del artista y filósofo coreano Lee Ufan sobre el infinito (a estas horas ya no puedo reflexionar sobre ello, pero que conste que estando allí he hecho el intento), Kandinsky y alguna compra en la tienda del museo que luciré debidamente en los próximos días.

Then, he cogido los libros y he retrocedido unos quince años así de repente. Lo cierto es que me ha encantado eso de volver al cole, tener compañeras y compañeros e irme a casa con deberes. En cuanto llegue a Madrid me apunto a algo. Mi profe, Federico, es más joven que yo y habla a toda pastilla. Qué pena que no sea una mujer y poder decir "la seño". Me daría un juego...

Por último, os avanzo que he tenido una muy breve incursión en el mundo de las compras, todavía sin entidad como para dedicarle ni siquiera unas líneas. Bea ya me ha dado unas valiosas direcciones que utilizaré en breve, así que me dejo para ese día el monográfico fashion.

lunes, 8 de agosto de 2011

Mayoría absoluta


Prácticamente todos los días paso por Grand Central Station . Allí me bajo para ir al apartamento de Bea, a Bryant Park, a Times Square y, desde hoy, a la academia. Confieso que la foto la he cogido de internet pese a que Paula, a quien he conocido en el primer día de clase, me ha dicho en un perfecto español si quería una foto allí. Y es que como nos temíamos, y contraviniendo todas las reglas establecidas para aprender inglés en el extranjero, nada más llegar a la academia las dos unicas españolas mayores de 25 años en la sala nos hemos ido juntas a tomar un café y ya hemos quedado para ir mañana al Guggenheim. Así es.

Desde lejos resultará muy fácil criticarme, con parte de razón, de acuerdo, pero reto a cualquiera nacido antes de 1985 a decirme si no hubiera hecho lo mismo. Proporciones de la sala en la jornada de bienvenida a los estudiantes: 80 por ciento de españoles y españolas más pequeños que mi hermano pequeño; un nutrido grupo de japoneses que parecen salidos de sus dibujos animados y en el Grupo Mixto Italia, Francia, Rusia, Brasil y un señor polaco de unos 50 años al que deberíamos nombrar presidente de la sala. Total, que con esa mayoría absoluta aplastante entenderéis que nos hayamos convertido en tránsfugas.

Mañana conoceré a mi profesor. Me han dicho que se llama Federico, algo que me inquieta un poco, la verdad. ¿Terminaré hablando en español con mi profesor de inglés?

Varios apuntes rápidos para terminar.
1. NY no se visita. Se patea. Y como no gano para tiritas, mañana me voy a comprar unas Converse que trataré de combinar como buenamente pueda.
2. En el chino de ayer, que está dando mucho de sí, nos dieron una de esas galletitas con mensaje. El mío decía, más o menos, que "las oportunidades se multiplican si las agarras, pero mueren si las descuidas".
3. ¿De verdad están montando confesionarios en El Retiro para la visita de Papa? Ahora sí que me quedo!!!

domingo, 7 de agosto de 2011

Magia

Comparto protagonismo fotográfico con una ardilla que nos hemos encontrado en Central Park. Aunque vive en el parque, por la soltura con la que se mueve entre la gente yo diría que es claramente una ardilla de asfalto. Según los datos, que tanto nos gustan a los periodistas, unos 25 millones de personas visitan al año este rectángulo de cuatro kilómetros de largo por 800 metros de ancho, así que imagino que las ardillas que viven allí no serán fáciles de intimidar.


Hoy era un domingo de parque y periódico (sí, hermano, he comprado El País...necesitaba un poco de tinta en los dedos). El día estaba algo nublado, pero luminoso. Hemos comido en un chino sin adornos ni musiquita de fondo mezclada con sonido de agua. Es uno de esos chinos orgullosos de serlo frente a los que se han cambiado el nombre por el de thailandeses para competir con los omnipresentes restaurantes japoneses. Muy recomendable.


Hemos llegado al parque por la 72th, cerca de donde asesinaron a John Lenon. En su honor se llama esa zona del parque, el Strawberry Fields, donde una placa nos recuerda que siempre hay que darle una oportunidad a la paz.

Además, he cumplido con el encargo más difícil que tenía para el viaje. Cuando le pregunté a mi sobrina Laura qué quería que le comprara, ella me dijo: "Si encuentras magia, me la traes". Y la he encontrado. Estoy es NY!

sábado, 6 de agosto de 2011

Bruja gorda

En inglés suena un poco mejor, pero queridas amigas brujas: ni nuestros mejores trucos evitarán que  los deliciosos brownies Fat Witches se aferren de mala manera al cuerpo y no nos mueva ni la mejor de las escobas voladoras.

Los he probado en el Chelsea Market, una antigua fábrica de galletas convertida en un mercado para pasear, comprar o comer, o todo al tiempo como se hace aquí... Mientras paseábamos por el barrio de Chelsie he llegado a pensar que ese sería un sitio perfecto para vivir si no fuera porque esa brillante idea también se le ocurrió hace años a un grupo de gente que comparten gustos conmigo pero no su dinero. Realpolitik!



Ayer conocí a una mujer genial. Se llama Ana y me ha enseñado que llega un momento en la vida en que debemos hacernos escuchar. Me explico. NY, 45 grados a la sombra y ocho cajas de mudanza. Tras una hora intentando coger un taxi, se para en medio de la calle y empieza a gritar para asombro de los presentes(algo que no se consigue fácilmente en una ciudad como ésta). Logró que una señora se apiadara de ella y la llevara en su coche. Conclusión: a veces no queda otra que tirar de pulmones y dar un buen grito.

Sellamos nuestro primer encuentro con una copita de cava y unas cuantas buenas historias. Espero verla de nuevo muy pronto.

viernes, 5 de agosto de 2011

Hoy Metropolitan (sí, hermano, otro museo), paseo por el High Line, cena en un italiano, risas y cava. Los detalles, mañana, que estoy agotada.


jueves, 4 de agosto de 2011

Las chicas son guerreras

Os presento Guerrilla Girls: http://www.guerrillagirls.com/index.shtml, un movimiento feminista que he conocido gracias a una exposición divertida y provocadora que he visto hoy en el MOMA. Les seguiré la pista.


Después de las lluvias de anoche, que ahogamos en un restaurante francés cenando sopa de cebolla y fondue, el sol me ha dejado disfrutar hoy de un paseo matutino y de un hot dog a la puerta del museo. En el jardin de las esculturas he empezado el libro de Antonio Muñoz Molina Ventanas de Manhattan, obsequio cumpleañero de Lola del que solo llevo veinticinco páginas y ya estoy deseando que no se acabe. Pues eso, Warhol, Lichtenstein, Matisse, Dalí o Picasso me han alegrado la vista durante las más de tres horas que le he dedicado a un museo que ya conocía pero que me ha sabido a nuevo.

El resto de la tarde se lo he dedicado a los zapatos catalanes, pero esa anécdota me la guardo para la vuelta, porque si os lo cuento todo en el blog de qué vamos a hablar en septiembre.

Final del día: restaurante japonés, que engorda menos...See you tomorrow!

miércoles, 3 de agosto de 2011

First day

Ya he tomado posesión de la que será mi casa durante el próximo mes y tras una mañana muy productiva, el jet lag también tiene sus cosas buenas, cumplo lo que prometí: que os contaría a través del blog mis andanzas neoyorkinas (las que se puedan dejar por escrito, claro...).

Retrocedo hasta mi llegada al aeropuerto. Llego tres horas y media antes como recomiendan las autoridades competentes, aunque una vez allí compruebo que los puntos de la tarjeta de Iberia poseen la virtud de acortar los tiempos e incluso los espacios con inventos como el Fast Track, un atajo para los que vuelan más que conducen... Me da tiempo a leerme tres periódicos, compro tabaco, hago unas cuantas llamadas de teléfono, ensalada y café, y a la puerta de embarque.

La perfecta combinación entre avión lleno y los nunca bien ponderados puntosiberia me elevan a bussines (Reproduzco en este punto una frase del padre de Bea para describir la situación: ir como perro de rico). En el asiento de al lado, por supuesto, nada de un apuesto joven. Las ocho horas de viaje las pasé junto a una agradable señora de mediana edad que viajaba junto a su marido y su hijo.

Como por segunda vez en el día, empiezo un libro que no me convence mucho y me decido por la película Thor (imaginad cómo estaba la cartelera aérea) antes de intentar echarme una siesta. No lo consigo pese a que gracias a mi estatura quepo totalmente estirada en el asiento-camita del avión. Como vamos persiguiendo al sol, han cerrado las ventanas y apagado las luces, pero nada, no me puedo dormir. Aprovecho para pensar en que, contra todo pronóstico, no estoy nerviosa, y eso que a veces llego a la conclusión de que nunca podré aprender inglés. Tengo la sensación de que me quedaré con lo que aprendí hace veinte años y que ahora, por más que lo intente, no conseguiré aprender nada más. Quiero creer que es un poco absurdo, pero lo cierto es que es un pensamiento recurrente.

Vuelvo al avión. Encienden las luces y nos vuelven a dar de comer. Siempre me entra complejo de gallina ponedora cuando llegan l@s azafat@s y te preguntan qué quieres beber con el aperitivo mientras te despegas los ojos. Aterrizamos por fin y empiezo a temer el momento en que mi lamentable inglés debe servirme para convencer a un polícia de mis buenas intenciones para venir a su país durante un mes. El momento llega y pasa rápido y bien. Por si fuera poco y desafiando a todas las leyes aeroportuarias mundiales, mis maletas están esperándome en la cinta; en la aduana me desan un "nice day" y sólo hay tres personas delante de mí esperando un taxi. Resultado final: salgo antes del JFK que del aeropuerto de Jerez.

Mi adelanto provoca que el comité de bienvenida, compuesto por Bea y Michael, no lleguen a tiempo a sus puestos. No problem. Mientras acuden, me pongo a charlar con el portero de un edificio que casualmente es el mío (averigüé el número más tarde). Se llama Rafa, es ecuatoriano, trabaja de 4 a 12, tarda más de una hora y media en llegar a su casa si no hay atasco y adora vivir aquí. Me cae bien.

Acabo mi día de 30 horas con Bea y Michael tomando una copa en el Bar Italia. Michael es, además de mi vecino, un tipo encantador, guapo y sobre todo muy amable. Le llamaré para un café cualquier día de estos.

De Bea os hablaré detenidamente en otro momento porque creo haber leído que en internet a partir del quinto párrafo la atención ya está navegando por otro sitio y si empiezo a hablar de ella no paro. Sólo una cosa importante que no se puede dejar para otro día: mi total agradecimiento a Bea, gran anfitriona y amiga.